Antes de comenzar
la entrada estaba leyendo un relato, muy buen relato, que hablaba del destino y
es que varios años pueden pasar en un día.
La verdad es que el texto me hizo pensar bastante…
De no ser por una simple conversación, de esas en las que
preguntas que tal el verano y todas esas cosas, no hubiera llegado hasta aquí.
¿Qué hubiese pasado si no hubiera contestado al whatsapp? ¿Y si Heleglobina no
me hubiera sacado el tema?
Nada sería igual, Lunática no estaría aquí, mirándome desde
la luna, con esa mirada de loca escondida tras sus gafas sin cristal;
sencillamente no existiría. Por lo que
puedo decir que Lunática, y todo esto, es fruto de algo extraño que la vida
tenía pensado para mi, y es que las mejores historias nunca son planeadas sino
que surgen de la nada fruto de otra casualidad aún mayor.
“La vida es lo que pasa mientras mueres”
Nos pasamos la existencia haciendo planes de futuro hasta
que algo nos rompe los esquemas y todo lo planeado se queda flotando en el aire
porque al Señor Destino le gusta darnos sorpresas.
A mi una de mis mejores sorpresas ha llegado en forma de
nariz, personalmente me gustaba una nariz menos chata que la mía, la de Penélope Cruz es
muy bonita, pero no pudo ser, me ha tocado la nariz roja. Y gracias a esa nariz
cada día aprendo cosas nuevas y me reafirmo en lo que ya sabía: que la risa
mueve montañas.
Este miércoles y gracias a cruz roja pude volver a subir con
Pachucho. Dispuestos a jugar y si me lo permitís, a portarnos un poco mal jeje.
¡Tanto aprendimos que hasta descubrimos una nueva especie!
El osomono que habita en los gorros de mago y tiene una capa de lunares,
también aprendimos a diferenciar entre sapo y rana (obviamente la diferencia
reside en que los sapos llevan gafas y las ranas lentillas), pudimos conocer la
otra cara del increíble Hulk, o hacernos una radiografía con la Nintendo DS
para que unas estupendas doctoras le curaran la pupa, que esta vez era hasta
peluda, a mi amigo Pachucho. Tan bien lo pasamos y tanto tanto aprendimos que
hicimos hasta un nuevo avance en nuestra investigación del sonido: para hablar
más bajo claramente hay que tirarse al suelo.
Es cuando acabas, cuando guardas a Lunática en el bolso y
vuelves a ser Andrea, cuando dejas de jugar con Pachucho para cruzar las
puertas de maternidad con Fran, piensas y sonríes, cuando te llaman para
preguntarte como fue y tú lo cuentas con la misma ilusión que tiene un niño.
Ahí te das cuenta de que todo pasa por algo y que es necesario en tu vida.
Felicitaciones a Pachucho por ser un payaso tan dinámico y
estupendo, es un lujo que quisiera jugar con la loca de Lunática y 1000
millones de gracias a cruz roja por dejarnos formar parte de su tarde.
Besos de osomono.
Pdta: “Por siempre confiando en quienes somos. No, nada más
importa”
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